24 de febrero de 1946

Perón gana las elecciones presidenciales con el  voto popular sin proscripción de ningún partido ni persona


 
           Después de los sucesos del 17 de octubre de 1945, las autoridades nacionales, convencidas de que ya no pueden demorar la salida democrática, imparten a la Policía Federal la orden de que se permita la actividad a los partidos políticos.

 

Las elecciones habían sido anunciadas para el mes de abril del siguiente año, cumpliendo con un decreto firmado por el Presidente Edelmiro Farrell. Sin embargo, el 1° de diciembre, el nuevo el gobierno adelanta la fecha imprevistamente, para el día 24 de febrero, con el fin de perjudicar electoralmente el nuevo movimiento social y político en formación.

 

El 24 de febrero de 1946 señala el inicio de una constante que el Peronismo va a recorrer durante toda su historia en las elecciones presidenciales: siempre llegó al Gobierno de la Nación por el voto popular y sin proscripción de ninguna persona o partido político y siempre fue desalojado del Gobierno mediante golpes de Estado.

 

Fue proscripto de elecciones presidenciales en dos oportunidades como partido, en 1958 y en 1963, y en la persona de su líder en 1973.

 

Sólo perdió en una oportunidad, en 1983. En este caso, el Peronismo acató el resultado con ejemplar espíritu democrático y volvió triunfante en la siguiente elección presidencial de 1989 con  Menem como candidato.

 

Algunas propuestas políticas de la actualidad recomiendan no mirar hacia atrás en la historia electoral presidencial de la Argentina. Se argumenta sobre el temor de estancarse en el pasado si se mira mucho lo ya ocurrido, pero de lo que realmente se suele tratar es de ocultar anteriores posturas políticas que sobrellevan graves culpas antidemocráticas.

 

Visto desde la objetividad de la investigación histórica mirar el pasado es reencontrarse con la identidad, es decir con la verdad de lo que se es, pues la identidad de cada persona, de cada sociedad o de cada partido político, también es producto de su historia. Es decir, sabemos quienes somos, o quiénes son los otros, observando también la historia que recorrimos o recorrieron, y ante ello de nada valen las excusas discursivas pronunciadas a posteriori.

 

Y si de avanzar hacia el porvenir se trata, no olvidemos que para entrar en el futuro es necesario tomar envión desde la historia.

 

Por fortuna el Peronismo tiene esta historia que aquí recordamos y que, sin duda, es única en la Argentina política por su origen democrático basado siempre en el voto popular sin proscripciones partidarias ni personales.