EL
AÑO DE LA CRISIS PROFUNDA DE LA POLITICA
Por
Julio C. Collado
La política no es el show televisivo de la improvisación de ideas
efectistas y la seducción casi actoral.
Tampoco es la ingeniería de mercado en la que dirigentes o candidatos se
ponen los envoltorios o dicen las mentiras que las encuestas señalan como
necesarias.
Si la política queda reducida a eso, no debería extrañarnos que las
ofertas preelectorales terminen mutando siempre hacia la ejecución del mismo
modelo de capitalismo salvaje.
Esta macabra contradicción entre lo que se promete y lo que se hace se
ha hecho evidente con claridad inusitada en este primer año del gobierno
nacional.
Por
carencia de ideas o de convicciones -o de ambas cosas- no se tomó el liderazgo
otorgado por las urnas para encarar las políticas anunciadas de transparencia
en la gestión estatal y de crecimiento económico.
Por
el contrario, se resolvieron medidas que no han hecho más que profundizar la
recesión y agravar el desempleo; mientras en otras áreas que también
requerían cambios de rumbo (Defensa, Justicia, Relaciones Exteriores,
Educación) prácticamente no se ha hecho nada.
Tal
situación se ha visto agravada por la crisis provocada por el líder de uno de
los partidos de la coalición, quien siguiendo la receta otrora exitosa de pegar
portazos, se desvinculó de sus responsabilidades dejando al país al borde de
la ingobernabilidad y la cesación de pagos.
No
tenemos que caer en la trampa que proponen los "comunicadores"
interesados, repicando insistentemente en la búsqueda de la receta económica
que nos libere de todos los males. Ni dejarnos hinoptizar por los esquemas
macroeconómicos y el inentendible bombardeo de datos y números (tasa de
riesgo, índices, balanzas, encajes, defaults, waivers, blindajes, etc.).
La
trampa se sintetiza así:
"Los problemas son tan técnicos y complejos que Ud. no tiene nada
que hacer... Por lo tanto, siga pagando más impuestos, o siga desocupado, o
soporte como pueda sus problemas; porque si Ud. se queja se nos disparan los índices
y se nos asustan los grupos económicos y los acreedores.."
Valga
como anécdocta el recuerdo, en un viaje a Buenos Aires de mediados de año, del
optimismo que demostrara un taxista -sufrida víctima del bombardeo al que nos
referíamos- al conocer por la radio de su auto que el indicador mensual de
recaudación tributaria
había registrado un leve aumento. Ello se parece mucho más al árbol
que al bosque.
Creo
que la solución, por suerte, comienza por algo más simple: construir la
verdadera política, la que interprete y represente fielmente a los intereses
nacionales y populares. La que tendrán que ejecutar estos dirigentes, o los que
nuestro compromiso, participación y organización generen.
Si
la profundidad de la crisis alcanzada en este 2000 sirve para ello, tal vez lo
recordemos dentro de un tiempo como el año en el que, pese a todo,
redescubrimos que tenemos la llave en nuestras manos. Ojalá así sea.
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